Historia de las muñecas rusas

 

En realidad, estas figuritas que representan una mujer robusta con su colorido pañuelo de campesina son originarias de Japón. A finales de 1890, Oriente estaba de moda en Rusia.
Un conocido industrial y mecenas ruso, Savva Mamontov, llevó de Japón una serie de siete divinidades de la Fortuna. La más grande de ellas representaba a Fukurokuju, el dios calvo de la sabiduría y la felicidad. Más adelante el pintor Serguei Maliutin creó una versión rusa del juguete en su taller de artesanía popular en Serguiev Posad, una ciudad del Anillo de Oro, donde se encuentra el famoso monasterio de la Trinidad. El artista representó una campesina feliz que acoge dentro de ella toda su descendencia hasta su recién nacido.

La muñeca se hizo rápidamente muy popular en Rusia y recibió el nombre típico "matriona" (campesina), cuyo diminutivo es matrioska.

En el año 1900 el juguete causó sensación en la Exposición Universal de París, donde ganó una medalla de bronce.
Tras la productivas pero apolíticas campesinas, las matrioskas "bolcheviques" de los años 1920 representan obreros, personajes históricos e incluso, enemigos del pueblo como el "kulak" (denominación peyorativa de un campesino rico) con una gorra y los brazos cruzados sobre su enorme vientre.
 
A partir de los años 1930, el estado tomó las riendas de la producción de las muñecas y aparecieron fábricas en varias ciudades rusas.

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